En las personas sanas, la orina de la vejiga es estéril;
no hay bacterias ni otros microorganismos infecciosos presentes. El conducto
que lleva la orina desde la vejiga hasta el exterior del cuerpo (uretra) no
tiene tampoco bacterias, o contiene muy pocas, por lo que no es posible que
causen infección. Sin embargo, cualquier parte de las vías urinarias puede
infectarse por distintas causas, y entonces se produce una infección urinaria.
La importancia de las infecciones urinarias radica no
solo en su frecuencia, sino también en el riesgo que tienen de originar otras
alteraciones, como extensión de la infección, lesión renal progresiva e
irreversible, y recurrencias, cuyo tratamiento y prevención resultan a menudo
difíciles.
Estas son algunas de las causas de infecciones
urinarias más comunes:
Sexo y actividad sexual:
la uretra femenina parece especialmente propensa a la colonización bacteriana
por su proximidad al ano, su corta longitud (unos 4 cm) y su desembocadura bajo
los labios. El coito propicia la introducción de bacterias en la vejiga y se
asocia temporalmente al inicio de cistitis (inflamación de la vejiga). Además,
hay que resaltar que la micción tras el coito disminuye el riesgo de cistitis,
debido a que puede favorecer la eliminación de las bacterias introducidas
durante el coito. Asimismo, el uso de compuestos espermicidas con un
diafragma, o de preservativos recubiertos de espermicida, modifica la flora
bacteriana normal de la zona genitourinaria, y se ha asociado a un aumento de
infecciones urinarias.
Embarazo: se detectan infecciones
urinarias en el 2-8% de las mujeres embarazadas. Además, las embarazadas son
más susceptibles a padecer infecciones urinarias altas, debido a que los
uréteres están más relajados y se mueven menos, entre otras cosas. El sondaje,
durante o después del parto, también aumenta el número de infecciones.
Obstrucción: cualquier obstáculo que interfiera en el flujo de orina (tumor,
estrechamiento, aumento de tamaño de la próstata, cálculos...) aumenta la
frecuencia de infecciones.
Alteraciones en la inervación (llegada de nervios) de la vejiga.
Reflujo vesicoureteral: se define como el paso de orina desde la vejiga hasta los uréteres y, en
ocasiones, hasta el riñón, y se produce al orinar o cuando se eleva la presión
de la vejiga. El reflujo es frecuente en los niños con anomalías anatómicas de
las vías urinarias o en aquellos que tengan las vías normales pero infectadas.
Factores genéticos:
se ha demostrado que las mujeres que han sufrido infecciones recidivantes
tienen más casos de antecedentes maternos de ITU que mujeres que no las han
sufrido.
Arándanos en prevención de
infecciones de la vía urinaria
Aunque controvertida, la evidencia existente en la actualidad respalda el
uso de antibióticos en bajas dosis durante largos periodos de tiempo para el
control de las infecciones urinarias recurrentes. Sin embargo, uno de los principales
problemas de prescribir antibióticos a dosis bajas por largos periodos de
tiempo es el incremento de las resistencias bacterianas a antibióticos. Desde
hace varias décadas el arándano se utiliza en la prevención de las infecciones
urinarias recurrentes del adulto. La mayoría de los estudios han ido dirigidos
a poblaciones con mayor riesgo de desarrollar infecciones urinarias, tales como
mujeres embarazadas o ancianos; en todos ellos se concluye que, aunque el
efecto del arándano parece ser beneficioso, se desconoce la dosis óptima.
Se observa que el extracto de
arándano interfiere con la adhesión de las bacterias a la vía urinaria,
demostrando que puede ser uno de los mecanismos principales que expliquen el
efecto antiadherente del arándano. La fructosa contenida en muchos jugos de
fruta, también en el arándano, puede inhibir además la adhesión bacterias. En diversos estudios se ha corroborado la
utilizada del arándano en mujeres con riesgo de infección urinaria recurrente,
concluyéndose que disminuye significativamente la incidencia de infección
urinaria.
La dosis en adulto recomendada para personas con infecciones frecuentes de
la vía urinaria es de 250 mililitros diarios; sin embargo para prevenir
infecciones se recomienda el consumo de jugo de arándanos ocasionalmente.