Las vacunas lo protegen de
enfermedades graves; por lo tanto, son una parte importante de su atención
médica. Este folleto educativo le ayudará a responder algunas preguntas que
pudiera tener sobre las vacunas para las personas que se someten a diálisis.
¿Por qué necesito
vacunas?
Las vacunas ayudan a proteger a las
personas de enfermedades causadas por infecciones de ciertos gérmenes (virus o
bacterias). Algunas enfermedades comunes son la gripe (o influenza), la
hepatitis B, el tétanos y el neumococo, entre otras. Varias de estas
enfermedades pueden ser muy perjudiciales y causar la muerte. Las personas que
tienen estas enfermedades pueden contagiarlas y enfermar a otros, por eso las
vacunas también pueden ayudar a proteger a los demás. Ciertas personas tienen mayor probabilidad de enfermarse gravemente por estas enfermedades y, por eso, ellas en particular
necesitan protección. Entre ellas se incluyen personas de edad avanzada,
niños y personas que padecen enfermedades crónicas, como aquellas sometidas a
diálisis.
¿Necesito vacunas si
me someto a diálisis?
Sí. El sistema inmunitario del
cuerpo lo protege de infecciones. Sin embargo, las personas que se realizan
diálisis pueden tener sistemas inmunitarios más débiles, lo que dificulta
aún más combatir las infecciones. Las personas sometidas a diálisis tienen
mayores probabilidades de contraer una infección y, además, existen mayores
probabilidades de que esa infección se agrave. Por lo tanto, las vacunas son
una parte importante de la atención médica para las personas que se someten a
diálisis.
¿Cómo funcionan las
vacunas?
Las vacunas generalmente se
administran mediante una inyección (una inyección con una aguja pequeña). Lo
protegen al ayudar al sistema inmunitario del cuerpo a prepararse para una
infección real. Para ello, las vacunas contienen partes de un germen muerto o debilitado. Una vez que recibe la vacuna, el cuerpo
produce anticuerpos que ayudan a detectar y eliminar esos gérmenes. Si usted
entra en contacto con el germen real, estos anticuerpos lo protegerán. Algunas
vacunas necesitan una dosis de refuerzo para ayudar al sistema inmunitario del
cuerpo a producir suficientes anticuerpos. Es por esto que algunas vacunas
pueden necesitar una sola inyección y otras pueden requerir más de una. En
algunos casos, se realiza una prueba de sangre para asegurarse de que haya suficientes anticuerpos para su protección.
¿Las vacunas son
seguras?
Las vacunas se encuentran entre los
tratamientos más seguros disponibles. Han protegido a millones de personas de
enfermedades graves.
Como sucede con cualquier
medicamento, existen algunos posibles efectos secundarios. Algunas personas
pueden sentir una molestia leve. Podría sentir algo de dolor o tener una
erupción leve en la piel en el lugar donde se aplicó la inyección. Otras
personas pueden sufrir fiebre leve. Sin embargo, estos efectos leves son
normales y no deberían alarmarlo.
Algunas personas no deberían
recibir vacunas, como aquellas que son alérgicas a las vacunas o las que
tienen un sistema inmunitario hiperactivo. Además, las mujeres que están
embarazadas, las personas con trasplante de riñón o aquellas que tienen un
sistema inmunitario menos activo no deberían recibir ciertas vacunas.
A algunas personas les preocupa que
las vacunas causen autismo. Sin embargo, múltiples estudios demuestran que no
hay una conexión entre recibir una vacuna y desarrollar autismo.
El posible daño causado por las
vacunas es muy leve. El posible daño causado por una infección es mucho
mayor. Tal como sucede con cualquier medicamento, hable con su proveedor de
atención médica sobre cualquier pregunta o inquietud que tenga sobre las
vacunas.
¿Qué vacunas necesito
y cuándo las necesito?
Para las personas que se someten a
diálisis se recomiendan las vacunas contra la gripe (o influenza), contra la
hepatitis B, contra el neumococo y la Tdap (tétanos, difteria, tos ferina),
entre otras. Es posible que necesite una inyección para protegerlo de por
vida. Otras vacunas podrían requerir más de una inyección para crear una
buena protección.
Gripe
La vacuna contra la gripe (o
influenza) se conoce generalmente como “vacuna antigripal”. Se debe administrar
una vez al año, generalmente en otoño antes de que comience la temporada de
la gripe. La vacuna antigripal ayuda a prevenir la infección causada por el
virus de la gripe. Los síntomas de la gripe pueden incluir dolores de cabeza,
dolores corporales, fiebre alta, dolor de garganta, cansancio y goteo nasal. La
gripe se puede transmitir de persona a persona mediante el contacto casual. Una
infección gripal puede ser muy grave para las personas que tienen un sistema
inmunitario más débil. Las personas que se someten a diálisis tienen una
mayor probabilidad de contraer gripe y, por eso, es muy importante la
vacunación anual.
Hepatitis
B
La vacuna contra la hepatitis B
ayuda a proteger de una infección del virus de la hepatitis B (también
conocido como HBV). El virus de la hepatitis B ataca el hígado. Los síntomas
de la hepatitis B pueden incluir pérdida de apetito, náuseas o vómitos, fiebre,
cansancio extremo o dolor de estómago o de las articulaciones. Algunos de
estos síntomas son similares a los de la gripe. Sin embargo, la hepatitis B
también puede causar una coloración amarillenta de la piel o de los ojos. Un
análisis de sangre puede ayudar a comprobar si tiene hepatitis B. Una
infección por hepatitis B puede causar insuficiencia hepática o cáncer de
hígado. Algunas personas (llamadas “portadoras”) con hepatitis B no tienen síntomas,
pero aún así pueden contagiar a otras personas. La hepatitis B no se puede
contagiar de persona a persona por el contacto casual; por lo tanto, no se
puede transmitir por dar un abrazo o darse la mano. Se transmite a través del
contacto directo con la sangre de una persona infectada.
La probabilidad de contraer
hepatitis B a través del tratamiento de diálisis es baja debido a las
estrictas medidas de control de infección en las unidades de diálisis y a la
disponibilidad de la vacuna contra la hepatitis B. Sin embargo, las personas que
se realizan diálisis aún deben recibir la vacuna. Por lo general, a las
personas se les administran 3 inyecciones para crear una protección contra el
virus de la hepatitis B. Sin embargo, es posible que las personas que se
someten a diálisis necesiten más vacunas o una dosis más alta para
desarrollar suficiente protección. Consulte a su proveedor de atención
médica sobre las dosis y el momento en que debe aplicarse las vacunas.
Neumococo
La vacuna antineumocócica ayuda a
proteger de la infección causada por la bacteria del neumococo. Existen dos
tipos de vacuna antineumocócica: la PPSV23 y la PCV13. Las personas que se
someten a diálisis deben recibir ambas vacunas.
La bacteria del neumococo puede
infectar varias partes del cuerpo. Si infecta los pulmones, causa neumonía. Si
ingresa en el torrente sanguíneo, puede causar septicemia, lo que produce un
flujo sanguíneo bajo y daño en los órganos. La bacteria del neumococo puede
infectar el revestimiento del corazón. También puede atacar el sistema
nervioso y causar meningitis. Estas infecciones son muy graves y pueden causar
la muerte. Debido a que se pueden infectar diferentes partes del cuerpo, los
síntomas pueden variar de una persona a otra y pueden aparecer muy de repente
y sin advertencia. Dependiendo de si la infección causa neumonía, septicemia
o meningitis, las personas pueden sentir una combinación de estos síntomas:
fiebre, temblores/escalofríos, tos, falta de aliento, dolor en el pecho,
rigidez en el cuello o desorientación.
Algunas personas tienen mayor
probabilidad de contraer una infección por neumococo, incluidas las personas muy
jóvenes y las de 65 años o más. Las personas que se someten a diálisis
también tienen mayores probabilidades. Según la vacuna y la persona, se
pueden necesitar entre 1 o 2
inyecciones, seguidas de un refuerzo a los 5 años. Consulte a su proveedor de
atención médica sobre el momento en que debe aplicarse las vacunas y los
plazos entre ellas.
Tdap
(tétanos, difteria y tos ferina)
La vacuna Tdap puede proteger de
infecciones causadas por tres tipos diferentes de gérmenes (bacterias):
tétanos, difteria y tos ferina. La difteria y la tos ferina se transmiten de
persona a persona a través del contacto casual. Las personas pueden contraer
tétanos por cortes, raspaduras, punciones u otras heridas.
La difteria es poco común, pero puede ser una infección grave de la nariz y la garganta.
Los síntomas pueden incluir fiebre, dolor de garganta, debilitamiento o inflamación
de las glándulas. Una señal de advertencia de la difteria es un recubrimiento
grueso en la parte posterior de la garganta, que dificulta la respiración. La
difteria también puede derivar en parálisis o insuficiencia cardíaca.
La tos ferina también se conoce
como tos convulsa. Los síntomas pueden incluir congestión, goteo nasal,
fiebre, ojos llorosos y tos. La tos ferina puede causar ataques de tos que
dificultan respirar o dormir. También puede producir vómitos y pérdida de
peso. Es posible que una persona que tenga tos ferina deba estar en el
hospital.
El tétanos, también conocido como
pasmo, es poco común actualmente en los Estados Unidos. Los síntomas pueden
incluir rigidez muscular dolorosa y generalmente se siente en todo el cuerpo.
El tétanos se conoce como “pasmo” porque los músculos de la cabeza y del
cuello se pueden tornar rígidos. Esto dificulta abrir la boca, tragar o
incluso respirar.
Para protegerlos contra estas tres
enfermedades, la mayoría de los niños reciben 5 inyecciones entre los 2 meses
y los 6 años de edad. Si la vacunación no se realiza durante la primera
infancia, se administra una dosis de la vacuna Tdap a los 11 o 12 años de
edad. Se debe administrar un refuerzo para el tétanos y la difteria (Td) cada
10 años. Las personas que se someten a diálisis deben recibir la vacuna Tdap y
el refuerzo Td para protegerse de estas enfermedades.
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